Mucha gente de la iglesia ortodoxa habla como si fuera el deber de los escépticos desmentir los dogmas en lugar de que los que creen en éstos probar que son reales. Ésto es, por supuesto, un error. Si yo fuese a sugerir que entre la Tierra y Marte hay una tetera china revolviéndose alrededor del sol en forma elíptica, nadie sería capaz de desmentir mis afirmaciones si yo fuera cuidadoso añadiendo que la tetera es demasiado pequeña para ser mostrada por nuestros telescopios mas poderosos.
Pero si yo fuese a decir que, partiendo de que mis afirmaciones no pueden ser desmentidas, que no debe ser tolerable de parte de la razón del ser humano dudarlo, yo debería de estar hablando disparates sin duda alguna. Si, como sea, la existencia de dicha tetera fuese afirmada en libros antiguos, enseñada como la verdad sagrada cada Domingo, e inculcado en las mentes de los niños en la escuela, dudar de su existencia sería catalogado como excentricidad y enviaría al que dudase a los cuidados de un psiquiatra en una era iluminada, o hacia un Inquisidor en tiempos antiguos.
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